15 sept 2007

Recordando al "Negro" Motura

AL MAESTRO CON CARIÑO…
CHAU NEGRO QUERIDO!!!
NOS VEMOS EN LA PRÓXIMA JAM SESSION
(Los ángeles estarán de batucada… supongo)
Quiso el destino que nos cruzáramos en esta vida. Vos fuiste “el maestro de los palillos” que me cambió la técnica de tocar la bata, hacia fines del ’74 en tu casa de calle Laprida… Yo venía de estudiar con otro “cumpa”, Quique Cumar, que me enseñó las bases del instrumento que tanto amabas. Gracias a mi viejo te conocí. Un día apareciste en casa invitado a comer un “chupín” y sentiste que había una “onda musical” en potencia. Mi hermano Tata ensayaba con amigos ¡pero no había una batería! Tocaban con guitarras criollas y “unos tambores caseros” fabricados, por el Flaco Argarate, con tachos de pintura de alquitrán y plavinil transparente como parches. Con esa sonrisa pícara, como “de suficiencia”, pediste permiso y te sentaste a tocar. Nos abriste la cabeza… como si fueras un alquimista medieval… para sentir la percusión. ¡¡Gracias!! Aún recuerdo cuando improvisabas el ñañigo (un dificilísimo ritmo de origen africano) en el viejo “Flamingo” sobre una caja de fósforos con dos de éstos como palillos y todos quedaban perplejos por tu destreza en esa miniatura de espacio… ¿Te acordás cuando, después de la clase de los sábados a la siesta, nos íbamos a caminar por el parque Urquiza… y después la parada obligada en el “Armonía”? Eran los últimos momentos del “Manco” Barrionuevo, cantaba mi tío Lische De Carlo y siempre había músicos ocasionales acompañándolos. Tocaste en muchas ocasiones y una vez me hiciste subir al escenario para “seguirlo” al “Manco”. Entre fox-trot y paso doble que sonaban sin solución de continuidad, creo, por tu sonrisa, que estabas chocho por tu alumno. Después salíamos a pasear… te gustaban todas las minas que pasaban. “¡Mirá ésa!”, decías. Te encantaba “el olorcito a jabón” que dejaban algunas a su paso. Y sobre todo, las “gorditas” (yo me reía por dentro…). Cuando volvíamos por avenida Rivadavia me contabas de tus amigos músicos de Paraná: Erico Lencina, Baby Gutiérrez, Piti y Carlos Poleri, entre otros; de haber reemplazado a tu padre en la “típica” del gran Tito Luna; de cuando en LT 14 había una orquesta estable dirigida por el maestro Celestino Viola. Época dorada de inolvidables bandas y noche militante. Ah! Cuántas lindas anécdotas! Negro querido! sólo Dios sabe lo que me han servido “para separar la paja del trigo”, musicalmente hablando.
Recuerdo tus consejos: “Vos vas a llegar al Colón y al mundo entero”… “Tenés que tocar tu música con las grandes orquestas del universo porque sos un elegido”. Creo que te hice muy feliz. Y seguiré brindándote muchas satisfacciones. Lo juro!
Estoy escuchando Miles Davis para “paliar” y, a la vez, “enriquecer” tu ausencia mientras escribo estas líneas. Y me vienen a la memoria los nombres de tus “grandes amores”: Gene Krupa y Alberto Alcalá. El primero con un parecido casi de clon en la foto de su método de batería. Cuando la vi, no lo podía creer… eras vos! El segundo te marcó fuerte y para siempre porque fue tu maestro en Buenos Aires: el que te recomendó en ese medio tan difícil y miserable. Allá pudiste tocar en los grandes teatros y en sus “piringundines”… conocer y tocar junto a importantes músicos populares argentinos como Hugo Díaz, Oscar Alemán, Enrique “Mono” Villegas”, Domingo Cura, Buby Lavecchia y Tito Alberti (padre de Charly Alberti), entre otros.
“Don Alberto”, como vos lo llamabas a Alberto Alcalá, el padre de los bateristas en nuestro país, te tuvo entre sus alumnos preferidos, junto a Jorge Padín, Norberto Minichilo, Enrique “Zurdo” Roizner y Néstor Astarita, entre otros, que formaron la primera escuela de bateristas del país. Tocaste con todos los grandes… ¡porque sos un GRANDE! (“Dios los cría y ellos se juntan”).
¡Qué contento estabas cuando “te picó el bichito” de hacer radio, primero en FM Contacto y luego en FM Universidad.
Te estoy rememorando en estas líneas para que los lectores de CONTRATIEMPO sepan valorar tu don de gente y tu humildad (el mejor pasaporte de uno, como me gusta decir)… ¡Qué tipazo fuiste, Negro!
Haré lo imposible para que tu “MÉTODO PARA BATERÍA”, que escribiste con tanto esfuerzo y dedicación durante mucho tiempo, sea editado y conocido en el país y en el exterior para regocijo de los jóvenes bateristas del mundo entero…
NEGRO QUERIDO! Tu padre fue baterista, así que mamaste desde chico “toda la onda” de los palillos, como mi hijo Jorgito, al que también conociste. Tocaste el contrabajo y el violoncello… y ahora tocaste el cielo para encontrarte con tus amigos entrañables… Quiso el destino que me encontrara con tus hijos unos días antes de tu partida, como cerrando una novela, y les dije: “Mándenle saludos al viejo!”, y a la semana siguiente, cuando los volví a encontrar me dijeron: “¡Papá se nos fue!”
No se fue!!! No se fue!!! El “Ángel” volvió a su morada después de hacernos felices… y se fue volando… riéndose… casi como Gene Krupa en la foto de su método, cual clon e ídolo máximo.

Por Jorge Mockert